Extractado de “Conversaciones con Dios, las nuevas revelaciones”.
Las creencias de la humanidad sobre Dios y la Vida están incompletas,
y son
estas comprensiones incompletas las que se han
transmitido a sus hijos de generación
en generación, con lo que crean la
crisis política, económica, social y espiritual que el mundo enfrenta hoy.
La manera de salir de esta situación es a través de la transmutación
de las creencias.
Específicamente, las creencias Sobre
Dios y sobre la Vida.
No importa si la gente
cree en Dios o no. Toda la gente tiene creencias sobre la
Vida. Y las creencias colectivas de la gente sobre la Vida reflejan en mucho
las creencias colectivas de la humanidad sobre Dios. Esto es comprensible, Dios
y la Vida son lo mismo.
Podrías ponerle a estas cosas dos nombres diferentes, pero
son lo mismo. Dios es lo que es la Vida, y la Vida es lo que es Dios. Dios es
la energía que llaman Vida, y la Vida es la energía que llaman Dios. Todo es
lo mismo.
La Vida es Dios, expresado en términos físicos.
Entonces, si creemos
en la Vida creemos en Dios.
No pueden separar a Dios de la Vida, y no pueden separar a
la Vida de Dios. Pueden decir que creen en la Vida pero no en Dios, pero eso es
como decir que creen en el cerebro pero no en la mente.
Pueden ver y tocar el cerebro, por lo
tanto, saben que está allí. Como no pueden ver o tocar la
mente, no están tan seguros de lo que es, o si está
allí o no El cerebro es la mente, expresada en
términos físicos. Sin embargo, es su mente la que les permite incluso
contemplar su cerebro. Sin su mente, ni siquiera sabrían que el cerebro
existe.
Exactamente lo mismo pasa con Dios y la Vida.
No se tiene que
“creer en Dios” para cambiar al mundo.
Creer en Dios no es un beneficio, en realidad podría ser una
desventaja.
Todo depende no de si creen
EN Dios, sino de lo que crean sobre Dios.
Que no tienen que creer en Dios en absoluto para utilizar
creencias con las que puedan cambiar el mundo. Todo en lo que tienen que creer
es en la Vida. Y pueden creer en la Vida porque están viviéndola.
Aunque seas una de esas personas que creen
en Dios, que creen que Dios puede tener un impacto extraordinario en lo que
creen sobre la vida, así como en la manera en que la viven y en que la experimentan.
Por lo tanto, lo que crean
sobre Dios se vuelve crucial.
Las creencias que tienen
sobre Dios que crean crisis, violencia, asesinato y guerra:
En primer lugar, ustedes creen que Dios necesita algo.
En segundo, creen que Dios puede no obtener lo que necesita.
En tercero, creen que Dios los ha separado de Él porque no le han dado lo que
necesita.
En cuarto, creen que Dios aún necesita lo que necesita con
tanta desesperación que ahora quiere que ustedes, desde su posición separada,
se lo den.
En quinto, creen que Dios los destruirá si no cumplen Sus
requerimientos.
Estas cinco falacias sobre Dios han ocasionado más dolor y
destrucción a su existencia diaria que todas las demás creencias combinadas.
El porque estas creencias sobre Dios crean crisis, violencia, asesinato y
guerra entre la gente, es fácil....
Ustedes piensan que es apropiado actuar unos con otros
igual que creen que Dios actúa con ustedes.
También piensan que cuando crean crisis, violencia,
asesinato y guerra, lo hacen para cumplir lo que Dios les ha pedido. Creen que
están ayudando a Dios a satisfacer sus necesidades.
Muchos de ustedes creen que Dios quiere crisis, violencia,
asesinato y guerra, si ése es el precio para darle lo que pide. En este contexto, creen que se puede asesinar
porque ésa es la Voluntad de Dios.
Desde los primeros días como
humanidad han descrito las peores experiencias
humanas y desastres, incluso
los actos de terror cometidos por los hombres como “la Voluntad de Dios”.
De hecho, fue por esforzarse para entender las cosas malas
que les sucedían como comenzaron a creer en la existencia de Dios y a creer en
un Dios que hace maldades.
En sus épocas más primitivas, lo que
llamarían la edad de las cavernas y aun antes, los humanos no entendían los
aspectos más sencillos de la vida que los rodeaba. Lo único que sabían era
que había vida a su alrededor. Es decir, que había
algo además de ellos.
Esa otra cosa que existía se manifestaba por todas partes.
Se revelaba como viento, lluvia, sol, luna, nubes, plantas, árboles, diminutas
cosas vivas que hoy llaman insectos y grandes cosas vivas que hoy llaman
animales; en forma de efectos espectaculares como fuegos que comenzaban
espontáneamente en el bosque, truenos, relámpagos, enormes olas en el océano
y, a veces, pavorosos temblores del mismo suelo.
Los Homo
sapiens no sabían qué hacer
con todas esas cosas. No sabían por qué la gente moría, por qué se
producían huracanes, tornados o
sequías que destruían todo, o simplemente
por qué pasaban las cosas.
Para explicar estas cosas los primeros humanos concluyeron
que debía haber algún poder más grande que el suyo que las ocasionara.
Imaginaron que había “espíritus” que causaban que lo
bueno y lo malo se manifestara en sus vidas de varias maneras.
Cuando vieron que el día se volvía noche
y la noche día, que la hierba crecía y las flores retoñaban, que
los árboles perdían sus hojas y las recuperaban, empezaron a deificar a la
naturaleza.
Imaginaron que había “dioses de la lluvia': “el
dios del Sol” y muchos otros dioses que hacían cosas según su humor y
capricho. Concluyeron que lo que debían hacer eran cosas que influyeran en ese humor y que gustaran a los dioses, para que éstos hicieran lo que se les pedía.
Crearon toda clase de ritos y rituales para
“invocar” al espíritu de los dioses que se necesitaran o desearan
según el momento, para apaciguarlos y para honrarlos con el fin de lograr que
hicieran lo que los humanos ardientemente suplicaban. Había ritos de
fertilidad, de transición y rituales de todo tipo e intención. Con el paso de
los siglos esto se convirtió en lo que algunos de ustedes llaman hoy
“costumbres paganas”.
Se crearon mitos sobre cómo los poderes sagrados influían
directamente en la vida sobre la Tierra, y sobre cómo la vida en la Tierra
puede influir de manera directa en los poderes sagrados.
Estos mitos se volvieron historias que se
contaron una y otra vez, y que luego se convirtieron en creencias. Es decir, se hicieron verdad para la gente, ya que cuando un mito se hace verdad, se convierte en religión
organizada.
De las llamadas religiones paganas a las principales
religiones de su tiempo no hubo un gran salto. La mayoría de los humanos de
hoy sigue creyendo en un poder más grande que ellos, y en que hay algo que
deben hacer para tranquilizar a la Fuente de tal poder.
Hoy en su planeta hay miles de religiones, algunas de las
cuales reverencian a una pluralidad de dioses, y otras adoran a un único Dios.
Entonces, Las Cinco Falacias Sobre la Vida que crean crisis, violencia,
asesinato y guerra son:
1. Los seres humanos están separados unos de otros.
2. No hay suficiente de lo que los seres humanos necesitan
para ser felices.
3. Para obtener aquello de lo que no hay suficiente, los
seres humanos deben competir entre sí.
4. Algunos seres
humanos son mejores que otros.
5. Está bien que los seres humanos resuelvan discrepancias
graves creadas por las demás falacias matándose unos a otros.
Esas Cinco Falacias Sobre la Vida, combinadas con las Cinco
Falacias Sobre Dios, contribuyen a una letanía de errores que ha creado, y
sigue creando hasta hoy, un mundo de profunda ira, brutal violencia, terrible
pérdida, inexorable dolor e incesante terror.
Ustedes creen que otra gente
los aterroriza, pero la verdad es que son sus creencias las que los
aterrorizan.
Ellas son lo que deben cambiar si desean
realizar su sueño de un mundo que viva
en paz, armonía y felicidad.
Lo repito una y otra vez, no pueden cambiar las condiciones
de ira, violencia, pérdida, dolor y terror a través de medios Políticos o económicos. Pueden
afectar estas condiciones -es decir, de algún modo pueden alterarlas por un
corto periodo, o pueden interrumpir- pero no pueden eliminarlas sin un
cambio en sus creencias.
Porque “las creencias crean
conductas”.
La paz en su planeta sólo se logrará cuando modifiquen
sus creencias, porque a menos que “capten” esto, no lograrán sanarlo.
Lo que intentan sanar son las heridas creadas por sus
creencias.
Sus creencias más profundas han creado las conductas que
han producido las heridas.
El avasallador deseo de la humanidad es la paz, y sus
creencias actuales no los hacen muy pacíficos que digamos.
Ser “pacífico” no es algo que hagan. Ser “pacífico” es
algo que se es. No se dice, “hago pacifico”, sino 'soy pacifico”.
Y el “ser” es una expresión del alma y la mente.