miércoles, 7 de enero de 2015

EFECTO ESPIRITUAL EN LA ADOLESCENCIA

EFECTO ESPIRITUAL EN LA ADOLESCENCIA.
Antes de llegar a la adultez está la fase de transición de la pubertad, seguida por la primera adultez. La consciencia desciende más profundamente hacia la atmósfera material; la distancia de nuestra Alma se hace más grande. La felicidad natural y la autoconfianza de la niñez se han perdido. Surgen dudas y temores; ya nada se da por hecho. Habrá rebelión e incertidumbre. La resistencia usualmente se enfoca en los alrededores: Los padres, la escuela o la sociedad en general; frecuentemente todos están bajo escrutinio crítico. Inconscientemente, son culpados por la pérdida que siente el adolescente y el adulto joven. Pero esencialmente, su rebelión se dirige contra el desarrollo interno: El profundo descenso hacia el reino terrenal y una mayor separación de la Fuente.
En el reino del Alma, tener un lugar único dentro del todo es un don natural. No dudas de tu derecho a existir e intuitivamente sientes que tu rol está dentro del esquema mayor de las cosas. El conocimiento de que el Cosmos no está completo sin ti, de que eres una parte integral del total mayor, te hace sentir seguro y cuidado. En la pubertad se pierde la consciencia de ello; y esto da lugar a una crisis de identidad. Esta crisis puede ser tan abrumadora que las personas jóvenes se hacen adictas a las drogas o al alcohol; y en algunos casos inclusive cometen suicidio. Tales actos de desesperación frecuentemente se originan en un profundo deseo de restaurar la conexión con el Alma.
Sin embargo, afortunadamente la resistencia no es la única característica de este período. La pubertad y la adolescencia también son un tiempo en el cual se exploran con entusiasmo y curiosidad muchos aspectos de la vida terrenal. Podemos estar interesados en la naturaleza, en la música, en la literatura, en explorar nuevas y provocativas ideas intelectuales. Se incrementa el interés en otros: Nos enamoramos por primera vez. Quizá lo más importante es que comenzamos a sentir nuestra propia originalidad, nuestra individualidad. Cada Alma es única y trae a la Tierra sus semillas únicas, las cuales germinan durante la niñez y brotan durante la adolescencia. Frecuentemente durante esta fase de la vida afloran pensamientos y sentimientos originales que tendrán duradero impacto en el propio futuro y tomarán forma definitiva en la adultez.
Si todo va bien, la pérdida de la niñez coincide con un período de redescubrimiento de quien eres, independiente de tus padres y de tu crianza. Ese redescubrimiento asegura que a largo plazo la rebelión cederá; y la corriente de la vida te llevará a lugares nuevos y excitantes. El don más valioso que le puedes dar a alguien que pase por la pubertad y la primera adultez, es la confianza. Confía en que hay una senda y un lugar para ellos en este confuso Mundo, sin importar cuán “diferentes” sean, sin importar su aparente incapacidad para encajar. Es precisamente su originalidad, su individualidad, lo que el Mundo necesita y lo que contiene la contribución única de su Alma.

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