CREER QUE UNO NO PUEDE ENOJARSE, TEMER, O SENTIR
CUALQUIER OTRA EMOCIÓN NEGATIVA POR ESTAR EN EL CAMINO ESPIRITUAL nos lleva a una gran represión de la ira
y de los enojos, que hacen su reaparición más tarde bajo la forma de rencor,
crítica o rechazo. Mientras estamos en el plano terrenal, vivimos las
sensaciones y las emociones de este plano. Algunas de ellas son muy
placenteras, otras no. El tener un conocimiento intelectual acerca de la acción
destructiva de ciertas emociones no las hace desaparecer.
Uno puede saber lo malo que es el enojo y, sin embargo, no puede
evitar enojarse. En realidad, uno sí puede evitar enojarse, o asustarse o
angustiarse, pero eso exige un entrenamiento. Durante dicho entrenamiento, hay
momentos en que podemos dominar la rabia y la ansiedad, y otros en los que nada
puede calmarnos. Una vez que aparece el enojo, lo mejor
es descargarlo de la manera más positiva posible. Es mucho peor reprimirse e intentar decir: “Todo está
bien en mi mundo”, cuando uno internamente está sintiendo el deseo primitivo de
querer atacar a alguien.
La mayoría de las personas que transitan el terreno espiritual son
muy exigentes consigo mismas y pretenden erradicar completamente de sus vidas
este tipo de reacciones. Esto no resulta desacertado pero se logra a través de
un proceso. Sé amable contigo mismo y, de vez en
cuando, date el permiso necesario para maldecir, golpear un almohadón, gritar,
llorar y expresar, como mejor te resulte, todas las emociones negativas que te
toca vivir, evitando arrojar tu malestar sobre otros. Todo lo que hagas hacia otro te
será devuelto con creces, al margen de que sea "bueno" o
"malo" lo que hayas vertido
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