Envejecer: Otra
vez el camino “asciende”
Cuando nos hacemos mayores, volvemos a comenzar
el camino “ascendente”, de regreso al Alma. Ya ha pasado el punto de estar
completamente encarnado e identificado con el reino material. Podemos abandonar
este enfoque unilateral y frecuentemente somos impulsados a hacerlo por los
desafíos vitales que encontramos, o por ser confrontados por la creciente
fragilidad de nuestros cuerpos. Otra vez estamos “ascendiendo” para retornar
eventualmente a la Fuente. El movimiento natural de envejecer es crecer hacia la Luz,
identificarte con la realidad mayor de tu Alma, en lugar de con la finita y
limitada realidad de nuestro cuerpo y nuestra personalidad. Consecuentemente, desde el punto de vista espiritual, cuando
envejeces te haces más en lugar de menos: Es más probable que se incrementen la
sabiduría, la confianza y la alegría.
Un Ser Humano que envejece con naturalidad y gracia es consciente
de que es mucho más que su Yo Terrenal. Se da cuenta de que su verdadero Yo
está por encima de los papeles que ha desempeñado en el reino material de la
Tierra. A medida que el dominio de esta realidad disminuye, comienza a darse
cuenta de quién es en realidad: Un ser eterno de Luz viva.
Desafortunadamente, este proceso
elegante y natural es frecuentemente obstaculizado por creencias sociales
profundamente incrustadas. Vivimos en una sociedad que, por lo
general, cree que esa realidad física es todo lo que existe, que no existe un
verdadero Yo más allá del Yo Terrenal; y consecuentemente envejecer es algo
malo. Las personas han llegado a estar completamente identificadas con su
cuerpo físico y su personalidad. Envejecer se asocia con pérdida y decadencia,
con un movimiento hacia la inexistencia. Consecuentemente muchas personas se
oponen al proceso mismo de envejecer; y esta resistencia interrumpe la
Ascensión natural hacia el Alma y hacia más alegría y Luz. Oponerse al proceso
de envejecimiento crea una profecía auto-cumplida: Aquello que temes se
convierte en realidad por causa de que le temes. La resistencia provoca que uno
se aferre a la dimensión física y al cuerpo. Éste aferramiento es una negación
y un apartamiento de tu Luz interna; y tiene varias consecuencias trágicas para
el Humano que envejece.
Cuando el Humano que envejece no puede ocupar su lugar natural en
la sociedad, sufren tanto la sociedad como el anciano mismo. La vida de un
anciano tiende a volverse solitaria, pequeña y aburrida. ¿Acaso no es trágico
que un Ser Humano sea marginado precisamente en la edad en la cual es
idealmente apto para el trabajo espiritual? ¿Habéis oído de un escritor o un
artista que se retira cuando cumple 65 años? Tan sólo imaginad cuántos grandes
libros y grandes obras de arte nos perdemos cuando estas personas tienen que
atenerse a la insana regla de dejar de trabajar a los 65 años. Las personas mayores están siendo
menospreciadas y se menosprecian: El resultado es la degeneración física y
mental.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario