La iluminación es
recuperar la conciencia del Ser y residir en ese estado de
«sensación-realización». La
palabra iluminación suscita la idea de un logro sobrehumano, y al ego le gusta
que sea así; pero no es más que tu estado natural en el que sientes la unidad
con el Ser. Es un estado de conexión con algo inconmensurable e
indestructible, con algo que es esencialmente tú, y sin embargo es mucho mayor
que tú. Es encontrar tu verdadera naturaleza más allá del nombre y de la
forma.
La incapacidad de sentir esta
conexión crea la ilusión de que estás separado de ti mismo y del mundo que te
rodea. Entonces te percibes, consciente o inconscientemente, como un fragmento
aislado. Surge el miedo, y los conflictos internos y externos pasan a ser la
norma.
El mayor obstáculo para
experimentar la realidad de tu conexión es la identificación con la mente, que
hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Ser
incapaz de dejar de pensar es una enfermedad terrible, pero no nos damos cuenta
de ella porque casi todo el mundo la sufre y se considera algo normal. Este
ruido mental incesante te impide encontrar el reino de quietud interior que es
inseparable del Ser. También crea un falso yo fabricado por la mente, que lanza
una sombra de miedo y sufrimiento.
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