Adultez: La parte más baja de nuestras vidas
La adultez, la cúspide de la vida física, desde la perspectiva espiritual es la parte más baja de la vida. La distancia del reino del Alma, de nuestra propia Alma, está ahora en su máximo. Ahora es cuando estamos más lejos de nuestro origen espiritual. Estamos totalmente inmersos en el reino material y hemos llegado a identificarnos con nuestra personalidad Humana y con nuestros logros. Durante esta fase es cuando, en promedio, los Humanos son más infelices. El Mundo físico con sus leyes y restricciones es experimentado ahora como la única realidad. Ahora hay muchísimo interés en el dinero y las propiedades, en el status social y el trabajo duro. Esta fijación provoca que las personas se olviden aún más de sí mismas. Frecuentemente, la identificación con el reino material es tan fuerte en la adultez, que uno tiende a sentir que eso es todo lo que existe; y que la vida gira alrededor de estos asuntos. Las creencias espirituales pueden estar presentes, pero frecuentemente se derivan de las religiones tradicionales que se basan ampliamente en el temor y el dogma. Las religiones tradicionales tienen una imagen distorsionada de la espiritualidad; y frecuentemente hacen más mal que bien. Desde la perspectiva espiritual, lo más importante que un adulto puede lograr es cuidar las semillas que ha traído a la Tierra como Alma; y permitirles crecer hasta convertirse en bellas flores. Esta es nuestra misión real; y solamente se puede cumplir permaneciendo veraz con uno mismo, no dejándose arrastrar por las presiones y reglas de la sociedad.
Muy frecuentemente, fallamos en esta misión. En la adultez, los ideales de la adolescencia y de la pubertad; y los deseos y sueños de la niñez, frecuentemente son vistos como inviables y cándidos. Después de todo, no encajan con lo que la sociedad parece esperar y considerar realista. Formas auténticas de autoexpresión que aún están allí, pueden ser rotuladas como egoístas, irresponsables, o incluso insanas. “Actúa normalmente, compórtate como un adulto responsable”. Tenemos que encajar en el molde social o de lo contrario no pertenecemos. Trabajar 40 horas a la semana y tomar tres semanas de vacaciones al año. Yo recuerdo la tristeza que sentía el día que entré al jardín infantil. A los cuatro años, Yo ya podía sentir lo que estaba planeado para mi futuro: Años y años de escuela y luego de trabajo. Me preguntaba cuándo volvería a ser libre. Al final de la escuela primaria, durante un examen me preguntaron qué quería ser más tarde en la vida; y mi respuesta fue “rentista”. Solamente quería volver a ser libre; Yo no quería ser forzado en un sistema que me decía qué hacer y qué no hacer.
Afortunadamente, durante mi vida adulta me las arreglé para encontrar un cómodo trabajo de tiempo parcial que me permitía trabajar no más de tres días a la semana. Otras personas pensaban que era raro que Yo, como un hombre adulto, no tuviera carrera y tuviera poca ambición; y prefiriera andar por la naturaleza, leer libros y tener conversaciones filosóficas con mis amigos. Antes de estar en mis cuarentas no me había dado cuenta de que era aceptable e incluso practicable ser tan diferente. Convertí mis aficiones (pensar en filosofía y espiritualidad, practicar la hipnoterapia) en trabajo. Eventualmente abandoné mi trabajo de tiempo parcial. Descubrí que podía ser libre, hacer las cosas que realmente me gustaban y vivir de hacerlo. La clave era la confianza: Tener fe en los dones originales y únicos que tiene mi Alma; y confiar en que la Tierra me daría la bienvenida y me recompensaría por compartir estos dones. Con esa comprobación, comencé el camino “ascendente”, el regreso a mi naturaleza espiritual.
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