sábado, 10 de enero de 2015

NACIMOS SIN EGO


¿Nacemos con ego?
Ciertamente, no. Solo es preciso sostener en brazos a un bebé y mirarle a los ojos para darse cuenta de que es pura esencia.
¿Cuándo empieza a aparecer el ego?
El ego es un signo de identidad de la persona y empieza en el preciso instante en que el bebé toma consciencia de que es un cuerpo separado de su madre.
Los padres le ponen un nombre y el bebé comprende que esa palabra sirve para identificarlo.
A los pocos meses, cuando ya sabe hablar (o simplemente con gesticular o balbucear), empezará a utilizar el pronombre posesivo mío y su  ego irá desarrollándose.
Las personas de su entorno le enseñarán las reglas y costumbres para vivir adaptado en “su mundo” (su país, su ciudad, su comunidad, su religión, su familia) y comportarse de acuerdo al patrón establecido.
El niño empezará a oír palabras como  y no o bien y mal e irá comprendiendo lo quepuede o no puede hacer y, con esta información, construirá una personalidad.
Además, siendo pequeño recibirá sus primeras etiquetas: qué niño más bueno o que niño más travieso y con ellas irá modelando su ego, su identidad, su forma de relacionarse en el mundo.

Pero… todavía no he contestado a la pregunta inicial: ¿por qué existe el ego? Aunque es mucho más útil preguntarse ¿para qué existe el ego?
Para sobrevivir. Salimos del vientre de nuestra madre y nos sentimos desprotegidos, necesitamos amor y atención, y… ¿cómo lo conseguimos? Adaptándonos al entorno y aprendiendo las reglas del juego lo más rápidamente posible. Algunos se dan cuenta que consiguen llamar la atención llorando, otros riendo, otros siendo buenos, otros siendo malos…
El ego, nuestra identidad, está construida como base para obtener amor y atención de los demás, y es un patrón que adoptamos desde niños y seguimos como pauta toda nuestra vida.

Cuando nos damos cuenta (algunos a edad avanzada y algunos nunca) que tenemos una cantidad inagotable de amor en nuestro interior y conectamos con él, prescindimos del ego y vivimos conectados, la mayor parte del tiempo, a nuestra esencia. ¡Es como volver a nacer

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