miércoles, 26 de octubre de 2022

PRIMERO VIVE

¡Solo puedes rendirte después de haber vivido!

¡Vive tu vida!


Muchas personas dan el SEGUNDO paso antes que el PRIMERO y el TERCER antes que el SEGUNDO.


De lo que se trata primero es de que te comprometas con valentía en TU VIDA y te sumerjas con valentía en las aventuras que TU VIDA tiene reservadas para ti.


Solo cuando has vivido y experimentado todo lo que querías experimentar, se abre esa parte de tu conciencia que te hace receptivo a la entrega.


Vive tu vida, vívela con todo lo que te hace como ser humano: errores y desvíos, experiméntalos, ¡déjate llevar por ellos!


Tan pronto como hayas vivido todo y cuando la vida ya no te interese, entonces estarás maduro para la devoción pura a Dios. Cualquier otro enfoque es, en el mejor de los casos, un éxtasis esotérico, pero sobre todo un escape de la responsabilidad, hacia uno mismo y hacia la vida.


Sucede que mucha gente ya no quiere confrontarse con su vida y con la vida en este mundo.


Cierran los ojos, evitan el mundo, se retiran a su alfombra de meditación y hacen esta o aquella práctica espiritual para bloquear el exterior.


Esta práctica no lleva a ninguna parte, porque aquellos que no han vivido en la tierra no encontrarán una nueva vida en el plano espiritual.


Retirarse, porque ya no quiere enfrentar los desafíos cotidianos, no es una solución. Dominar la vida, reconocer las asignaciones, aceptar las tareas y perder interés en ellas una vez que el trabajo está terminado: ese es el orden correcto.


Solo un guerrero puede alejarse de la guerra y solo el que la ha vivido puede perder interés en ella, porque un alma que ha agotado todo se vuelve a la verdad por sí misma. 


Entonces la VIDA ESPIRITUAL os está esperando.


Tan pronto como pierdes interés en este mundo sin controlarlo, comienza la devoción y la confianza en todo lo que es. Entonces vives en el mundo y, sin embargo, no eres de él.


Por eso te retamos: ¡VIVE! 


Antes de que puedas dedicarte a Dios, es necesario experimentar la separación de Dios en todo su alcance y profundidad. Tienes que esperar el momento en que tu alma se apresure a regresar a Dios por sí misma: es el nacimiento de tu anhelo.


Mientras te preguntes cómo puedo rendirme a Dios o si tu entrega es real, aún no estás listo y la entrega es todavía un concepto. Si te has rendido, lo sabes, y ya no hay necesidad de palabras.

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