Primero, aclaremos lo que no es el desapego. El
desapego no es un alejamiento frío, hostil; no es una aceptación resignada y
desesperante de todo aquello que la vida y la gente nos tire en el camino; no
es una manera robótica de ir por la vida, absortos, y totalmente indiferentes a
la gente y a los problemas; no es una actitud de inocente dicha infantil; ni un
desentendimiento de lo que son nuestras verdaderas responsabilidades hacia
nosotros mismos y hacia los demás; ni una ruptura en nuestras relaciones.
Tampoco es que retiremos nuestro amor y nuestra solicitud, aunque a veces estas
formas de desapegarnos pueden ser las mejores a seguir, por el momento.
De una manera ideal, desapegarnos es liberarnos o
apartarnos de una persona o de un problema con amor. Mental, emocional y a
veces físicamente nos desembarazamos de nuestro involucramiento insano ( y a
menudo doloroso ) con la vida y responsabilidades de otra persona, y de los
problemas que no podemos resolver.
El desapego se basa en las premisas de que cada
persona es responsable de sí misma, en que no podemos resolver problemas que no
nos corresponde solucionar, y que preocuparnos no nos sirve de nada. Adoptamos
una política de no meter las manos en las responsabilidades de otras personas y
en vez de ello, de atender a las nuestras.
Si la gente se ha fabricado desastres a sí misma,
le permitimos enfrentar las consecuencias. Le permitimos a la gente ser como es
en realidad. Le damos la libertad de ser responsable y de madurar.
Y nos damos a nosotros mismos la misma libertad.
Vivimos nuestra propia vida al máximo de nuestra capacidad. Luchamos para
discernir qué es lo que podemos cambiar y qué es lo que no podemos cambiar.
Luego dejamos de tratar de cambiar aquello que no
podemos. Hacemos lo que podemos para resolver un problema, y luego dejamos de
hacernos la vida de cuadritos.
Si no podemos solucionar un problema después de
intentarlo seriamente, aprendemos a vivir con ese problema o a pesar de él. Y
tratamos de vivir felices, concentrándonos heroicamente en lo que de bueno
tiene la vida hoy, y sintiéndonos agradecidos por ello. Aprendemos la mágica
lección de que sacarle el máximo provecho a lo que tenemos multiplica lo bueno
en nuestras vidas.
El desapego implica – ” vivir el momento presente” – vivir en el aquí
y en el ahora -. Permitimos que en la vida las cosas se den por sí solas en
lugar de forzarlas y tratar de controlarlas. Renunciamos a los remordimientos
por el pasado y a los miedos por el futuro. Sacamos el mayor provecho a cada
día.
El desapego también implica aceptar la realidad,
los hechos. Requiere fe en nosotros mismos, en Dios, en otras personas, en el
orden natural y en el destino de las cosas en este mundo.
Nos liberamos de nuestros pesares y
preocupaciones y nos damos a nosotros mismos la libertad para disfrutar de la
vida a pesar de nuestros problemas no resueltos.
Desapegarnos no quiere decir que nada nos importe:
Significa que
aprendemos a amar, a preocuparnos y a involucrarnos sin volvernos locos.
Dejamos de crear un caos en nuestra mente y en nuestro medio ambiente. Cuando
no nos hallamos reaccionando de un modo ansioso y compulsorio, nos volvemos
capaces de tomar buenas decisiones acerca de cómo amar a la gente y de cómo
solucionar nuestros problemas. Nos liberamos para comprometernos y para amar de
modo que podamos ayudar a los demás sin lastimarnos a nosotros mismos.
Las recompensas que el desapego nos brinda son
muchas: serenidad, una profunda sensación de paz interior, la capacidad de dar
y recibir amor de una manera que nos enaltece y nos llena de energía, y la
libertad para encontrar soluciones reales a nuestros problemas.
Encontramos la libertad para vivir nuestra propia
vida sin sentimientos excesivos de culpa o responsabilidad hacia los demás. En
ocasiones el desapego llega a motivar y a liberar a la gente que se encuentra a
nuestro alrededor para empezar a solucionar sus problemas.
Dejamos de mortificarnos por ellos y lo perciben,
de modo que finalmente comienzan a preocuparse por ellos mismos. Cada quien
atiende sus propios asuntos.
El desapego es una acción y un arte. Es un modo
de vida. ¿ Cómo nos desapegamos ? ¿ Cómo separamos nuestras emociones , nuestra
mente , espíritu y cuerpo de la agonía del involucramiento ? . Lo mejor que
podemos . Y , probablemente, un poco torpemente al principio, pero:
honestamente, abiertamente y con voluntad de intentarlo. Si nos desapegamos,
estamos en una mejor posición para trabajar sobre (o a través) de nuestras
resentidas emociones.
“Si estamos apegados, probablemente no hagamos
nada más que estar siempre irritados.”
Tomado
del Libro : Ya no seas codependiente
Autora : Melody Beattie
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