El campo energético es la manifestación de la energía universal,
íntimamente conectada con la vida del hombre, pero también, con el reino
animal, vegetal y mineral. En una palabra, conectada con toda manifestación
presente sobre la Tierra. Este campo puede ser descrito como un halo luminoso
que rodea el cuerpo físico y lo penetra, emitiendo radiaciones muy peculiares y
reconocibles por la percepción humana.
Este halo se denomina AURA y está asociado con
cada uno de los seres vivos y de los objetos, y constituye su individualidad
particular, irrepetible y personal. Si tuviéramos que dar una definición
sintética podríamos afirmar que: El aura es la parte visible del campo energético, presente en todas
las formas de vida.
Cuando hablamos del campo energético, nos referimos al campo
bioplasmático, bioenergético o, para algunos, electromagnético, que emite toda
forma de vida.
El aura humana se divide en 7 capas o, más exactamente, el
hombre posee 7 campos o cuerpos áuricos que se compenetran entre sí. Cada uno
de estos cuerpos desempeña una función energética, psíquica y espiritual
distinta y, junto con los cuerpos sutiles y los chakras, componen el campo
energético humano que, con el cuerpo físico, forman al ser humano en su
totalidad. De esta concepción emana todo el conocimiento y la práctica de las
medicinas orientales y de las denominadas terapias alternativas, naturales u
holísticas.
A cada campo o capa del aura se le asigna un nombre. Aquí nos
atendremos a las clasificaciones de Barbara Ann Brennan; las medidas de los
diversos campos pueden variar según la persona, así como el momento por el que
esté pasando.
Los colores también pueden variar en función de cada quién, así
como su estado de salud física, emocional, mental y espiritual.
Nuestro cuerpo está, además, surcado por una miríada de canales
energéticos (meridianos) que unen todos los órganos y las partes entre sí, y
que constituyen uno de los elementos del cuerpo energético.
Sobre estos canales se encuentran los chakras, remolinos de
energía que son uno de los componentes básicos del cuerpo energético, junto con
el aura, los cuerpos sutiles y, claro está, los meridianos.
LOS 7 CUERPOS O CAMPOS ENERGETICOS
1.- CUERPO ETEREO: aspecto etéreo inferior,
entre 0.5 y 5 cms, red de líneas luminosas, del azul claro al gris.
2.- CUERPO EMOTIVO: aspecto emotivo inferior,
entre 2.5 y 7.5 cms, espesamiento de luz, todos los colores.
3.- CUERPO MENTAL: aspecto mental inferior,
entre 7.5 y 20 cms, líneas de luz, color amarillo.
4.- CUERPO ASTRAL: entre 15 y 30 cms,
espesamiento de luz, todos los colores.
5.- CUERPO ETEREO MATRIZ: aspecto físico, entre
45 y 60 cms, líneas transparentes, azul cobalto.
6.- CUERPO CELESTIAL: aspecto emotivo, entre 70
y 90 cms, rayos de luz iridiscente.
7.- CUERPO KETERICO MATRIZ O CAUSAL: aspecto
mental, entre 75 y 100 cms, filamentos de luz dorada.
LOS CHAKRAS
Su función principal es, en síntesis, la de absorber la energía
universal, metabolizarla, alimentar las auras y, por último, soltar o emitir
energía hacia el exterior. De hecho las funciones de los chakras son numerosas
y complejas, así que para un conocimiento más profundo es preferible recurrir a
textos específicos sobre el tema.
Casi todos los investigadores y observadores ven los chakras más
como embudos por donde corre la energía en sentido ascendente y descendente al
mismo tiempo que gira, como auténticas ruedas, según describen los textos
orientales. Estos se colocan sobre los canales energéticos y, más
concretamente, en el punto de intersección de los flujos energéticos.
Los chakras son muy numerosos, pero aquí solo consideraremos los
7 más importantes, que están ubicados a lo largo del canal energético
principal, así como algunos de los 21 secundarios que, en la terapia energética
de reequilibrio, son muy importantes, como por ejemplo los de las
manos, los de los pies y los de las rodillas.
Dos de los 7 chakras principales son únicos, el primero y el
séptimo, mientras que los otros 5 son dobles y, por lo tanto, presentan un
aspecto anterior y otro posterior.
Del segundo al quinto, la parte anterior se relaciona con los
sentimientos y las emociones, y la parte posterior con la voluntad.
El sexto (anterior y posterior) y el séptimo están conectados
con la mente y la razón.
El primero y el séptimo son los dos extremos del canal
energético principal, y unen al ser humano con el Universo, por un lado, y con
la Tierra, por el otro.
En cada aura están representados los 7 chakras principales al
completo, aunque cada uno de ellos se refiere a un aura específica.
Más en concreto, cada chakra, que se asocia con su propia aura
(el primer chakra con la primera, etc), posee más capas, exactamente 7, tantas
como auras, y por lo tanto está presente en todas las auras. Automáticamente,
cada aura posee su propia serie completa de siete chakras principales.
Esta configuración peculiar tiene importantes consecuencias. De
hecho la energía metabolizada por los chakras penetra con sus propias
informaciones directamente en las auras y, por lo tanto, alcanza niveles de
conocimiento o consciencia cada vez más profundos a medida que afectan a las
auras más espirituales (quinta, sexta y séptima) y que la capa del chakra, en
ese aura concreta, se abre y entra en actividad.
Este es el motivo por el que es esencial que los chakras estén
abiertos y activos en su totalidad. El perfecto funcionamiento y correlación de
los chakras es sinónimo de una salud perfecta, pero la total apertura de cada
uno de los chakras es sinónimo de evolución, y la total apertura de todos los
chakras a todos los niveles significa alcanzar lo que los maestros orientales
llaman Iluminación.
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