lunes, 2 de febrero de 2015

CONQUISTATE A TI MISMO


Para obtener aquello que se llama sabiduría interior tienes que volverte humilde y mirar quién eres —no lo que te dice el espejo, sino quién eres tú— y ver lo que está dentro de ti, el sublime Dios individual. Y tienes que dejar de tener prisionero al Yo. ¿Sabes lo que es una prisión?

Eres prisionero de ti mismo. ¿Sabes cómo encelas tu verdad? No sabes quién eres. ¿Sabes quién eres tú? ¿Conoces la virtud que está dentro de ti? ¿Sabes qué viniste a hacer aquí? Todas las culpas de tu vida las colocas sobre los hombros de otros, todos lo habéis hecho. Todos los demás son responsables de tu infelicidad. Eso es un gran disparate, pero es también un gran aprendizaje.

Cuando sepas quién eres te mirarás a ti mismo y sabrás, rápidamente, quién ha creado todos los destinos que has vivido por elección propia. Y toda la infelicidad es cuestión de elección propia, así como la felicidad. Pero lo elegiste tú, y nadie más. Cuando tengas la humildad de mirarte a ti mismo, de sentirte, y de preguntarte por qué y luego decir: «Sé por qué», y puedas razonar con el Yo, entonces le habrás quitado las barras de la prisión a la verdad, que es el pájaro que se eleva en un cielo llamado felicidad, virtud, unidad y paz.

Tu vida es vida, tras vida, tras vida. En una vida se pueden vivir un millón de años. ¿Sabes por qué te toma tanto, tantas vidas? Por tu incapacidad de mirar quién eres. Juzgas a otro, y un día, en verdad, decidirás vivir el juicio que has expresado, será por tu propio bien, para que comprendas mejor a otros a través del medio llamado el Yo. Pero en su mayor parte, has aprendido sólo una cosa en cada una de tus vidas. Has sido muy lento para acelerar la sabiduría interior, porque te has negado a mirar quién lo ha creado; te has negado. Has  sido toda entidad concebible que haya sido creada por los genes del hombre y la mujer. Has sido todos los colores, desde lo peor, como un lémur, hasta lo más arrogante, como un atlante. Has sido todo eso, todo. Pero ¿por qué no acelerar en una vida lo que puede proclamarse en un momento, y revelar el Yo en la compasión del alma, mirando quién eres?
Y cuando decidas comprender  quién eres.  Y decididamente amar lo que  eres,  en verdad,  te  sentíras muy complacido contigo mismo, así  llegaras  a ser tu Yo.  ¿Por qué? Porque estarás  en paz con el Dios Desconocido, al que habrás  encontrado a través de ti  mismo, y a  la manera maravillosa, única y poderosa de crear tu  destino y llegar a un entendimiento mayor. Y cuando te  perdones  a ti mismo y comprendas  por qué, lo que habías hecho antes ya no te importa, pues ya no te  atormenta.. Ya hay no dolor, ya no hay  impulso para  conquistar nada externo.

Todo lo que has sido, lo has sido con el fin de obtener entendimiento, amor. Cuando el hombre creó el bien y el mal, la verdad sentenciosa, también creó el temor y la culpa y la incapacidad de progresar en la vida espiritual. Cuando digo espiritual, hablo de toda la vida, no simplemente de algo maravilloso de lo cual hablar en términos filosóficos, o en ciertos días de tu semana, sino todos los días. Entonces te vuelves inhibido y te ahogas en tu propio pesar, te pierdes en tu propio menosprecio y te rechaza tu propio Yo. Te digo que todo lo que has hecho en todas tus vidas está bien. Dios, el Padre, que es la resonancia de esta maravillosa estructura molecular, no te ha juzgado; no conoce el juicio, pues no conoce la perfección, que es una limitación total. Él simplemente es. Es el estado de ser que ama, que es todo por sí mismo. Y ese ser es el poder que abarca a todos vosotros que estáis aquí, a todas las gentes en todas partes.

Dios nunca te juzgó, nunca clamó para que fueras un santo o un demonio. Eso lo hiciste tú mismo, de nuevo por no saber quién eras. Si el Padre, en todo lo que él es, ha encontrado mucha bondad en tu maravilloso ser, y has obtenido y todavía tienes vida en este momento que sigue, para vivir, para que rebose el Yo divino, te aseguro , siente que  eres Dios, vívelo para que puedas perdonar, y ver y comprender por qué has sido como has sido, en verdad.

Lo que has hecho en tu  vida  manifestalo valientemente para que tengas la oportunidad de mostrar el  deseo de ser humilde para ver quién eres. Y para todos aquellos de vosotros que todavía cierran los ojos,  no se le puede enseñar  a la única imposibilidad que pueda existir: una mente cerrada. Ellos ni oyen ni perciben, porque pone en peligro su verdad encerrada que les proporciona seguridad. Tú, ¿cómo te conoces a ti mismo? Como la paloma que está en la prisión. Perdónate a ti mismo. El Padre siempre te ha perdonado; ha comprendido.

Contempla quién eres; contémplalo. Contempla tu ira; ¿por qué estás furioso? Contempla tus celos; ¿por qué eres celoso? Contempla tu envidia; ¿por qué eres envidioso? Contempla tus inseguridades y entiende por qué. Contempla tus juicios; ¿por qué juzgas? Contempla tu crueldad; ¿por qué no eres compasivo? Y contempla tu risa; ¿dónde está? Reflexiona sobre todo esto que te he contado.

RAMTHA.

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