El núcleo de tu problema
Queridos amigos,
Soy Jeshua. Os saludo a todos con amor. Hay mucho amor a tu alrededor: en las personas que te rodean, en el mundo espiritual que rodea la Tierra. También hay amor en tu propio corazón, por lo que siempre hay una conexión con el amor.
El amor te da todo lo que necesitas: la libertad de estar con todos los aspectos de ti mismo, maduros e inmaduros, luminosos y oscuros. El amor te da la libertad de desarrollarte a tu propio ritmo, de disolver gradualmente la confusión en tu corazón y en tu mente. El amor te da libertad y seguridad.
Siente por un momento en tu corazón que este amor está disponible para ti ahora, no en un momento posterior cuando estés más avanzado en el camino. El amor pertenece al momento presente; es aceptar plenamente lo imperfecto, lo que está en progreso, lo que está separado. No tienes que presentarte de manera diferente a los ojos del amor; deja que el flujo del amor llegue a ti tal como eres, ahora mismo.
En casi todas las personas existe la idea de que hay que ganarse el amor, de que hay que trabajar para cambiarse a uno mismo para ser digno de amor. En la mayoría de ustedes hay una profunda vergüenza que genera indignidad: sienten que necesitan disculparse, justificarse. Es una actitud que muchos de ustedes tienen. Al mismo tiempo, hay un gran anhelo de amor, de relajación y de libertad para ser quienes son. Y eso significa que se encuentran en una batalla continua con la vida.
Te pido que identifiques esa voz que hay en ti que te critica y te exhorta a mejorar, que comenta sobre tu apariencia, lo que sientes, piensas y haces. Hay una voz aguda en algún lugar dentro de ti, un crítico interno implacable. Intenta observar esa energía que hay en ti. Puedes verla como un rostro o una forma, un color o una figura; lo que veas está bien.
En esencia, ésta es la voz del miedo en ti: el miedo al fracaso, a no ser lo suficientemente bueno; el miedo a ser abandonado. Ese miedo está presente en todos. Te separaste del todo –al menos así es como te sentiste– cuando, como alma individual, partiste hacia lo desconocido. En ese momento de separación, que fue esencialmente el nacimiento del alma, hubo angustia causada por una alienación del Hogar, de la Fuente de la que te originaste. Esa alienación, ese sentimiento de estar perdido, era necesario, porque te obligó a comenzar tu búsqueda; fuiste, por así decirlo, “arrojado al abismo”. Por primera vez, hubo ansiedad en tu conciencia, y saliste en busca de la totalidad.
En este viaje surgió una sensación de indignidad. Ha sido un largo viaje en el que el miedo, el poder y la dependencia han jugado papeles importantes. Si no te sientes completo por dentro, si no conoces el amor desde dentro, buscas el apoyo de cosas externas en forma de reconocimiento y amor de los demás. Eso puede distorsionarse y convertirse en una necesidad de poder, una necesidad de gobernar a los demás para obtener lo que necesitas energética y emocionalmente. Y así vemos que la gente busca el apoyo emocional de los demás para llenar el vacío que hay en su interior. Lo buscan en las relaciones de pareja, en situaciones laborales, en todas partes. Hay una sensación de indignidad que subyace en muchas de sus acciones.
Si reconoces esa necesidad en ti mismo, entonces la solución está cerca. Pero mientras sigas buscando de alguna manera el alimento en las energías externas, te concentrarás en las preguntas: “¿Cómo debería ser en mis relaciones? ¿Cómo debería ser con mi familia? ¿Cómo debería ser en mi trabajo?”. Esas parecen ser preguntas importantes, pero en el fondo, tienen que ver con la relación contigo mismo y el sentimiento de profunda autoestima y amor que tienes por ti mismo. Ahí está la clave.
Ahora te pido que desciendas con energía, con atención y conciencia, hacia tu abdomen. Llena completamente tu cavidad abdominal con conciencia pura. Desciende y siente cómo tu conciencia fluye como agua fresca y clara hacia tu abdomen. Permanece presente allí y observa a un niño que, de una manera u otra, se siente indigno y no lo suficientemente bueno como para merecer amor. Acércate a ese niño, extiende la mano y tómalo; es tu hijo. Le das fuerza; le das vida con tu presencia y fidelidad.
Cuando vives tu vida intentando nutrirte con las energías de los demás –por un vacío interior– te distorsionas y te conviertes en lo que no eres, lo que te hace una injusticia. No eres realmente fiel a ti mismo cuando intentas adaptarte a las expectativas y exigencias de los demás, para no recibir el amor que anhelas. Pero hacer eso hace que tu niño interior sufra porque quiere ser él mismo, espontáneo y natural.
Hace falta mucho coraje para poder mirar hacia dentro y sentir el corazón del problema: tu propia sensación de indignidad. Una y otra vez se te anima a hacerlo. Cada crisis de tu vida es el resultado de lo que hay en el fondo del problema. Pero no tienes que resolverlo todo de una vez. Lo importante es ser consciente de que la indignidad está en el fondo del problema –esa indignidad profundamente arraigada– junto con la clave para su solución: el amor por ti mismo.
Siente la luz que hay aquí: la luz de ti mismo y de todo lo que hay aquí en este espacio. Permite que esta luz irradie hacia tu abdomen y hacia tu niño interior; eres digno de recibirla. Eres una parte inalienable de la Creación y como tal serás amado, protegido y llevado por un todo mayor.
Os saludo a todos.
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